Breve historia de una «larga historia»
La primera vez que se plasmó un dibujo en una pared fue en la prehistoria, la llamada pintura rupestre. Usaban pigmentos naturales con aglutinantes como la resina. La técnica, así como la temática, eran muy simples y bastas, pero ya para esa época se veía venir que la evolución empezaba a despuntar un poco.
Durante la antigüedad y la época románica dominó la pintura sobre muros y paredes. Luego decayó en el gótico, debido a que las paredes se sustituyeron por vidrieras. Por esa razón había menos superficie en la que pintar y esto determinó también el auge de la pintura sobre tabla.
Durante el Renacimiento se produjeron grandes murales espectaculares. Algunos de ellos fueron los frescos realizados por Rafael en las estancias del Vaticano. También es importante nombrar al GRAN Miguel Ángel y su GRAN obra en la Capilla Sixtina. Un tipo de pintura mural que se mantuvo durante el Barroco y el Rococó. En ocasiones combinada con relieves de estuco daban lugar a creaciones ilusionistas impresionantes.
Como decía Leonardo la Vinci,
« Son vanas y están plagadas de errores las ciencias que no han nacido del experimento, madre de toda certidumbre. »
Ya en el siglo XX, Occidente devolvió cierto protagonismo al arte mural pictórico. Fue gracias a la obra de los muralistas de México y de otros países de Hispanoamérica, entre ellos Diego Rivera. Estos artistas buscaban consolidar los ideales sociales creados en la revolución, destacando el nacionalismo y la voz social dentro de su arte.
En la actualidad, el grafiti callejero, al menos en sus vertientes más artísticas y monumentales, podría considerarse una forma contemporánea y urbana de pintura mural. Más adelante hablaremos de este tipo de pintura, a veces impresionante por su técnica y dimensiones, tan actual y propio de nuestro tiempo.
Carolina Aquino